martes, 5 de noviembre de 2013

Tripita

Hay muchas clases de tripas: tripita (la de los peques), tripota (la de después de una comilona), tripa cervecera (si, si, en esa estabais pensando desde el primer momento, no mintáis!)... en fin, que hay muchas clases de tripa.

Pero hay una muy especial. Hay una tripa que no te importa que crezca y crezca y crezca hasta límites insospechados. En esa, de hecho, te llegas a sorprender acariciándola deseando que, por fin se empiece a notar. Hay una que la miras con amor, pero claro, no es porque sea una tripa normal, sino porque esconde dentro un milagro chiquitito, que te da calor y te hace sonreír  como si alguien te estuviera contando un secreto al oído. 

Si, es esa, con la que ya empiezas a ser mamá antes de tener a tu bebé en tus brazos, porque a través de ella sientes sus primeras patadas. Y es a ella a quien la hablas cuando tu bebé está inquieto y no para de moverse. Y es a través de ella como le acaricias cuando tiene hipo, o cuando le hablas.

Es una tripa muy importante. Es una tripa mágica. Con propiedades especiales. Por eso, hoy os traigo mi pequeño tributo a ésta tripa que encierra durante 9 meses nuestro tesoro más preciado.

Y no, no es mía, me la ha prestado para la ocasión una muy buena amiga, que espero que se sienta identificada con la pequeña historia que os he contado hoy. Porque sé que ella, como yo en su día, también se sintió mamá desde el primer momento que supo que llevaba un tesoro en su interior. 








Feliz y mágica semana!
{Hada}Marina