Es cierto, los lazos nos unen a múltiples personas. No somos una isla, ni siquiera cuando quisieramos serlo. Para bien o para mal (aunque al final, en última instancia y aunque en ese momento no lo sepamos ver, siempre es para bien) las conexiones invisibles nos unen a nuestro entorno. Nos rescatan, nos aposentan o nos lanzan a las estrellas pero siempre están ahí para recogernos cuando volvemos. Podría estar horas hablando de todo lo que pueden hacer estos lazos.
Por eso, de vez en cuando, por aquí vuelven a visitarnos invitados que ya se han pasado antes por aquí. Y ese es el caso de hoy, porque Elena ya estuvo con nosotros, pero hoy nos trae de la mano a Mario que es nuevo en nuestro recién estrenado salón.
De Mario os puedo decir que estaba muy preocupado porque tenía que hacer deberes (yo quiero que cuando mis niños lleguen a su edad también tengan esa preocupación, por favor, por favor, por favor...) Pero se avino con mucha clase a sacarse unas fotos con su madre. Y tengo que decir que eso es lo que más me impresionó de Mario: cómo con esa edad se puede ir con esa elegancia totalmente natural. Al final le conseguí sacar alguna que otra sonrisa, se ve que es un chaval serio, pero te hace sentir que está a gusto, sólo que a el no le gusta reírse sin más.
Del lazo que existe entre madre e hijo, hoy no os voy a hablar porque creo que su foto habla por ellos...
Y ya sabes que si quieres traer aquí tus vínculos más elegantes, sólo tienes que hablar conmigo!
Feliz y mágica semana!
{Hada}Marina.
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